Más de 3 mil ‘maestros del campo’ trasmiten conocimientos y experiencias con Haku Wiñay/Noa Jayatai

El yachachiq (vocablo quechua hace referencia al ‘sabio’ o ‘maestro campesino’ que sabe y enseña lo que sabe), llamado también ‘talento rural’ o ‘líder tecnológico’, es un personaje clave para el éxito del proyecto productivo Haku Wiñay/Noa Jayatai (vamos a crecer) del Fondo de Cooperación para el Desarrollo Social (Foncodes), programa nacional del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis).

Utilizando la metodología de trabajo “de campesino a campesino”, en un periodo de tres años que dura la intervención del proyecto Haku Wiñay/Noa Jayatai, en cada comunidad, los yachachiq ayudan a las familias del campo brindándoles capacitación y asistencia técnica en el cultivo de hortalizas (en fitotoldo y a campo abierto), cultivo de tubérculos y cereales, crianza de animales menores (cuyes, gallinas, cerdos), riego tecnificado (por aspersión, microaspersión y goteo), producción de abonos orgánicos (compost, biol y bocashi), mejora de la vivienda saludable (uso de cocinas mejoradas, consumo de agua segura, reciclaje de desechos), fortaleciendo y ampliando sus capacidades productivas.

El yachachiq o la yachachiq, son seleccionados en base a su formación técnica o profesional en agropecuaria, puesto que tiene como tarea principal enseñar o trasmitir conocimientos y saberes sobre el uso de tecnologías productivas básicas de Haku Wiñay, pero muy efectivas, para que las personas que habitan en las comunidades rurales aprendan de manera práctica a mejorar la producción familiar y tener seguridad alimentaria y mejores condiciones de vida.

El director ejecutivo de Foncodes, César Mallea Geiser, al conmemorarse hoy el Día del Maestro, destacó el trabajo de los yachachiq en el campo. “Ellos cumplen un rol fundamental en la intervención del proyecto Haku Wiñay, ayudan a mejorar la calidad de vida de cientos de familias en situación de pobreza o pobreza extrema”, indica.

La transmisión de conocimientos lo realiza el yachachiq, con la ventaja de conocer la realidad del campo, habla el idioma quechua u otros idiomas o dialectos de la comunidad donde interviene, en la sierra o en la selva. Cada yachachiq (hombre o mujer) trabaja en promedio con 40 a 50 familias usuarias.

La rutina de estos ‘maestros del campo’, empieza desde muy temprano. En función de un cronograma establecido en su plan de capacitación, se desplazan a distintas comunidades de su ámbito de acción. Se desplaza caminando, a caballo, en moto u otro medio. La gente los identifica, porque viste chaleco y gorro con los colores distintivos del proyecto y de Foncodes.

Actualmente, 3 mil 147 yachachiq, hombres y mujeres del campo, brindan capacitación y asistencia técnica, en forma permanente, a las familias usuarias del proyecto Haku Wiñay (en la sierra) y Noa Hayatai (en la selva) en el desarrollo de la capacidades productivas y emprendimientos rurales en 23 regiones del país. Ellos están en Apurímac (255), en Arequipa (24), Ayacucho (322), Cajamarca (296), Pasco (58), Amazonas (106), Lambayeque (152), Áncash (132), Cusco (166), Huancavelica (247), Junín (144), Huánuco (219), Loreto (202), Lima Provincias (53), Moquegua (27), Piura (99), Ucayali (77), Madre de Dios (13), Puno (272), Tacna (14), San Martín (112), y La Libertad (157).

La asistencia técnica brindada se adapta a las características productivas, culturales y ambientales de las familias, introduciendo cambios positivos para aprovecharlos a favor de su economía y desarrollo familiar.

Como un acto de reconocimiento y garantía de la calidad de su trabajo, los yachachiq son certificados como “Expertos en tecnologías productivas familiares” por el Sistema Nacional de Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad Educativa (SINEACE) y Foncodes, luego de un proceso de formación y evaluación.