Familias víctimas de la violencia, ahora, con Mi Abrigo y Haku Wiñay viven mejor

Nota de prensa
Noticias Internas de Foncodes

18 de junio de 2019 - 12:00 a. m.

En las comunidades rurales del Perú, como el caso de Ayacucho, aún queda en el inconsciente colectivo, como huella indeleble en la mente y en el corazón de muchas familias los años de violencia política que vivieron cuando eran niños y niñas. Hoy, felizmente, ya de adultos, han encontrado una nueva oportunidad para salir de la pobreza y vislumbrar un futuro mejor.

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José Aguilar Taipe, su esposa, su hija y sus dos nietas viven en el centro poblado de Purus, distrito de Santillana, en Huanta. Esta familia abriga sus sueños y sus esperanzas en una ‘casita caliente’ acondicionada por el proyecto Mi Abrigo que lo protege de las heladas, y además, con Haku Wiñay trabajan en proyectos productivos que les permite tener ingresos económicos sostenibles.

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Pese al tiempo transcurrido, vienen a su memoria como fotografías del recuerdo aquellas infaustas experiencias que les tocó vivir. “Yo nací en el año 1968, cuando tenia 12 años, empezó el terrorismo. Matanza por aquí y por allá. Una madrugada como 250 terroristas ingresaron a mi pueblo y quemaron todas las casas, mi familia murió, hasta ahora no aparecen”, recuerda, se le hace nudo la garganta y se quiebra.

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Entonces la vida de José y otros niños de Purus se sumergió en días y noches de desesperanza. “No había comida, no había ropa, sin zapato, con miedo por lo que pueda pasarle a los que quedamos sobrevivientes. Así difícil vivir en Ayacucho”.

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Calor y esperanza.

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Tres décadas después, felizmente, José vive otra realidad. Tiene una familia con la que pasa sus días y noches en paz, de la mejor manera posible. Con el apoyo del Estado está logrando superar sus carencias económicas y sueña con la posibilidad de una vida mejor.

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“Ahora, tenemos esta casita que nos abriga. Estamos muy agradecidos al Estado, igual que todos los demás usuarios. En este tiempo, cae fuertes heladas. Antes, solíamos dormir con nueve frazadas y no era suficiente, aquí hace mucho frio”.

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Sentado sobre su cama tiene la actitud y la mirada de optimismo. “Estamos alegres por el calor dentro de la casa: mi esposa, mis hijos y mis nietos”.

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José y su familia, no solo se abrigan en su vivienda térmica contra las heladas, también se alimentan mejor con los cuyes, las gallinas y hortalizas del proyecto Haku Wiñay. Disponen de cocina mejorada a leña, consumen agua segura (hervida) y tienen la esperanza de tener su propio emprendimiento para salir de la pobreza.

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Al igual que este ayacuchano, más de 3 mil familias de 13 regiones del país ya se guarecen en sus ‘casitas calientes’ del proyecto Mi Abrigo. Y con Haku Wiñay/Noa Jayatai, 2017 mil hogares de la sierra y selva trabajan en el desarrollo de capacidades productivas y emprendimientos rurales orientados a la inclusión social y económica en el mundo rural.

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Lima, 18 de junio de 2019

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Unidad de Comunicación e Imagen