¡Dios, mío… cuán poco espacio para dos héroes como estos! por Eduardo González Viaña

Nota Informativa
PARANGARICUTIRIMÍCUARO, MICHOACÁN, ¡VIVA MÉXICO! Por Eduardo González Viaña Agregado Cultural del Perú en España

14 de enero de 2022 - 7:25 p. m.

Parangaricutirimícuaro se llama una localidad del estado azteca de Michoacán, y mucha gente cree que soy mexicano porque puedo pronunciar esa palabra veloz y de corrido.
Sí, lo soy. A pesar de haber nacido en el norte del Perú, también soy mexicano y esto se lo debo a dos hombres, Benito Juárez y Manuel Nicolás Corpancho. ¡Dios, mío… cuán poco espacio para dos héroes como estos!
 
Benito Juárez es el patriota de origen zapoteca que se alzó contra el imperialismo francés y lo sepultó. Manuel Nicolás Corpancho es el diplomático peruano que, establecido en la ciudad de México, protestó contra la invasión, conspiró contra el seudo emperador Maximiliano de Austria, salvó la vida de centenares de republicanos y, por fin, dio la suya por ellos. 
 
En diciembre de 1830 nació en Lima Corpancho. Antes de cumplir 17 años, ya había publicado la “Oda a América”, una composición poética que clama con vehemencia por la unidad y la libertad de nuestro continente. 
 
Pocos años luego, ya era un poeta conocido y había llevado al Perú las primeras páginas del romanticismo castellano mientras cultivaba la lírica, la épica y la dramática.
 
No solo era poeta. También estudió medicina y, tan brillante fue en sus estudios, que el gobierno lo mandó a perfeccionarse en Europa antes de cumplir 22 años.
 
De regreso, se encontró con una chica bonita y el mismo día de conocerla le propuso matrimonio y fue aceptado.
 
En 1857, lo encontramos como secretario del mariscal Ramón Castilla, a quien acompañará hasta Arequipa para batirse a balazos en las trincheras armadas durante la campaña contra Vivanco. 
 
Evidentemente, su vida era veloz. Fue diputado por la provincia de Yauyos, Lima, de 1858 a 1859.
 
Ese año se había iniciado la intervención europea en México. Francia, enviaría a un aplastante ejército para doblegar a los mexicanos e imponer la figura fláccida y colorada del emperador Maximiliano de Habsburgo.
 
Ramón Castilla mandó a México a su mejor hombre, el joven Corpancho, como jefe de una misión diplomática. Antes de partir, Corpancho viajó a Nueva York y Washington para establecer relación con los diplomáticos mexicanos y coordinar la ayuda peruana.
 
En México conocerá a Benito Juárez y desempeñará inmediata y dinámica actividad. Allí, logró la adhesión del país azteca al tratado continental de ayuda mutua que habían suscrito el Perú, Chile y Ecuador contra la amenaza de la intervención extranjera. 
 
A pesar de todo, el más formidable ejército del mundo enterró las heroicas defensas aztecas e impuso al emperador.
 
Nada detendría a Corpancho. Albergó a decenas de mexicanos en su casa y levantó la bandera peruana para protegerlos. Después arrendó más casas para ampararlos. Aparte, protestó contra el imperialismo europeo y, a pesar de estar la legación diplomática sitiada por el ejército francés, expresó su apoyo decidido a la causa de la libertad de México.
 
El gobierno de Maximiliano lo echó del país en 1863, al mismo tiempo que condenaba su supuestamente terrorista conducta, calificaba su actitud de “en extremo hostil que siempre ha observado respecto al orden establecido y al gobierno emanado de él, abusando de su carácter oficial de un modo poco digno e inconveniente, amparando con la protección del pabellón del Perú a enemigos notoriamente conocidos de gobierno”.
 
Se fue el 9 de setiembre de 1863. Se embarcó en Veracruz rumbo a La Habana. Se fue, pero no se fue, porque planeaba unirse a los hombres de Juárez.
 
Con él, decenas de mexicanos escaparon del emperador clown, pero ninguno eludió la muerte. La nave fue consumida por un extraño incendio y allí terminó Manuel Nicolás Corpancho, cuando no tenía ni 33 años de edad. 
 
De regreso al poder, Benito Juárez proclamó su gratitud decretando que todos los peruanos tenían también nacionalidad mexicana.
 
Por eso soy peruano y mexicano y, además, quisiera tener todas las nacionalidades de una América unida. ¡Parangaricutirimícuaro Michoacaaaaaaaaaán!!!


Madrid, 14 de enero de 2022.