Amores que transforman: Madres que convirtieron el voluntariado en Cuna Más en el inicio de una carrera docente
Nota de prensaDesde Junín, Huánuco, Cajamarca y Cusco, cuatro actores comunales voluntarias de los servicios del programa social cuentan qué las llevó a dedicar sus vidas al cuidado integral de las niñas y niños.




Fotos: Cuna Más
6 de julio de 2022 - 9:20 a. m.
La enseñanza es más que impartir conocimiento. Es inspirar el cambio, y las maestras y maestros son figuras esenciales para transmitir el valioso mensaje de que, con esfuerzo y dedicación, un mejor futuro puede ser nuestro. Por ello, en el Día del Maestro, el Programa Nacional Cuna Más del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis) reconoce a los hombres y mujeres que, como muchas y muchos de sus actores comunales voluntarias (os) en sus servicios de Cuidado Diurno y Acompañamiento a Familias, decidieron seguir el camino de la docencia y formar desde la primera infancia a los peruanos del mañana.
“La labor de los docentes implica no solo un esfuerzo personal, sino también un compromiso social y mucha voluntad de servicio. Son estos aspectos, precisamente, los que llevan a muchas de nuestras facilitadoras y facilitadores, así como a nuestras madres cuidadoras y madres guía, a iniciar estudios de Educación o carreras técnicas para auxiliar de Educación Inicial, motivadas por los efectos positivos que logra su voluntariado con nuestras niñas y niños usuarios”, explica Lourdes Sevilla Carnero, directora ejecutiva de Cuna Más.
Es así que, para acercarnos a la experiencia de un actor comunal voluntario y su vocación por enseñar, presentamos cuatro historias de madres de familia, líderes en sus respectivas comunidades en las regiones de Junín, Huánuco, Cajamarca y Cusco, que motivadas por el contacto y cuidados brindados a la niñez más vulnerable o la guía personalizada otorgada a las familias en condición de pobreza o pobreza extrema sobre prácticas de crianza en el hogar, decidieron ampliar sus conocimientos y asumir también la noble misión de educar.
Sebastiana, la forjadora asháninka.
Dicen que nunca es tarde para aprender, y un gran ejemplo de ello es Sebastiana Aurelio Cristóbal, quien a 50 años está por graduarse como docente de Educación Inicial.
En el 2012, Sebastiana se sumó al equipo de madres cuidadoras de Cuna Más, en su Servicio de Cuidado Diurno (SCD), labor que le permitió capacitarse sobre atención y cuidados básicos en alimentación, salud, juego y aprendizaje infantil para niñas y niños entre los 6 y 36 meses de edad, empleando su lengua materna, el asháninka. Para el 2020, su experiencia y buen trato para con las familias de las usuarias y usuarios le mereció ser elegida como secretaria del Comité de Gestión Sangani, en el distrito de Mazamari, provincia de Satipo, región Junín, grupo ciudadano que cogestiona la prestación del servicio junto con el programa social.
“Estoy muy orgullosa de mis raíces asháninkas, y de haber logrado que muchas niñas y niños de mi comunidad tuvieran la oportunidad de una primera infancia saludable, segura y feliz. Mientras era madre cuidadora, mis cuatro hijos fueron creciendo, por lo que recibieron la atención y cuidados que me enseñaron en Cuna Más. Por eso, cuando eligieron ser maestros, no me sorprendió tanto: de una u otra forma, todos somos conscientes de cuán determinante es una buena primera infancia para descubrir o despertar tu vocación. Ahora, cuando me gradúe, quizás hasta fundamos un colegio”, comenta entre risas Sebastiana, quien actualmente realiza sus prácticas preprofesionales en el Colegio Bilingüe Alipio Ponce Vásquez Tsiriari, en su querida Mazamari mientras que se desempeña como secretaria del Comité de Gestión Sangani.
Rosalinda, profesora y mamá power.
Allin punchaw yachachiq (¡Buenos días, profe!) es la expresión que, frecuentemente, Rosalinda Plácido Jara escucha de las familias que visita como facilitadora del Servicio de Acompañamiento a Familias (SAF), en el Centro Poblado de Huancapallac, distrito de Quisqui, a unos 40 minutos de la ciudad de Huánuco.
Rosalinda tiene 29 años y tres hijos: Lyla, de 8 años, Jhosimar, de 6, y Thiago, de 4 años, quienes no pierden ocasión de contarle a quien esté cerca que, además de facilitadora de las familias del lugar, a quienes capacita en prácticas de cuidado infantil en el hogar, su mamá también es una alumna destacada de la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle, donde estudia Educación Inicial.
“Terminé tarde mis estudios escolares por falta de recursos, por lo que no quisiera que mis hijos pasen por lo mismo. De ahí que me esfuerce todos los días para darles un mejor futuro, así como el cariño y los cuidados que, gracias a las capacitaciones de Cuna Más, sé cuán importantes y necesarios son en su desarrollo integral”, cuenta Rosalinda, quien también emplea su lengua materna, el quechua, para identificarse mejor con las familias usuarias del SAF.
Deliz, la guía de familia más sonriente de Cajamarca.
Paciente, alegre y con un alto sentido de la justicia. Así es Deliz Cortez García, de 35 años, quien vive en el Centro Poblado de Shudal, en Cajamarca, junto a su esposo, el docente Jesús Quirona, y las dos hijas de la pareja, Talita Zaraí, de 14 años, y Cris Jamilet, de 7 años.
Por su voluntariado como facilitadora del SAF, Deliz recorre a pie y con buen ánimo varios kilómetros para realizar las visitas domiciliarias a las familias usuarias, con quienes conversa sobre buenas prácticas de crianza y cuidado en el hogar, demostrando soltura, confianza y sobre todo cariño, de manera que ellas puedan replicar su ejemplo en el trato diario con sus hijas e hijos.
“Soy un agente de cambio y me siento feliz por ello. Las madres, padres y principales cuidadores que atienden mis sesiones son mi prioridad, por lo que procuro hablarles y enseñarles con mucha paciencia y amor, tal y como espero hacer con mis alumnos de auxiliar de Educación Inicial en cuanto termine mis estudios, en unos meses”, asegura.
Nancy, defensora matsigenka.
En el distrito de Kosñipata, desde donde parten las embarcaciones fluviales hacia el Parque Nacional del Manu, ni la exhuberante naturaleza se compara con el inmenso amor que Nancy Manqueriata Ramos siente por las niñas y niños. Conocida en la comunidad nativa de Santa Rosa de Huacaria porque, desde muy joven, ya evidenciaba su vocación de maestra, enseñando a pronunciar palabras en su lengua matsigenka a quienes llegaban hasta esta parte de la provincia de Paucartambo, en la región Cusco, para Nancy fue un “paso natural” convertirse primero en facilitadora SAF de Cuna Más, y luego, en paralelo, reforzar lo aprendido en el programa social con las clases virtuales que actualmente recibe para ser auxiliar de Educación Inicial.
“Todo éxito que podamos tener en la vida parte de una buena infancia. Veo a mis hijos, por ejemplo, sus emociones y sueños, y sé que son capaces de muchos cambios positivos para la comunidad, pero para lograrlo necesitan esa base que solo el amor, la paciencia y una buena crianza otorgan. Ahí es donde quiero contribuir, primero en Santa Rosa, donde mi labor como facilitadora es una de las más enriquecedoras de mi vida. Y luego, como auxiliar de Educación Inicial, llevando este mensaje a toda la provincia”, comenta Nancy, quien a sus 32 años se considera una abanderada de la cultura matsigenka, así como una orgullosa madre de tres: Luis, Leslie y Thiago, a quienes enseña el valor y las recompensas del estudio y la responsabilidad.