Ministerio de Cultura logra el retiro pacífico de invasores de la Fortaleza de Campoy en San Juan de Lurigancho
Nota de prensa
24 de enero de 2014 - 12:00 a. m.
La invasión progresiva del sitio se inició el 27 y 28 de agosto de 1998, cuando los miembros de la Asociación de Vivienda Samuel Matsuda Nishimura, liderados por el titular de su junta directiva, invadieron violentamente el lugar, desalojaron a los arqueólogos que trabajaban en el área, instalaron docenas de precarias viviendas, y causaron daños irreversibles en el monumento.
Ese mismo año, el entonces Instituto Nacional de Cultura (INC) inició un proceso judicial contra el presidente de la citada Asociación de Vivienda, Víctor Moisés Palomino Erce, y otros asociados como Lilia Loyola Santiago, Luis Guillermo Quispe Meléndez, Tito Suárez Salazar, Pedro Pablo Chapa Arancibia y Edgar Hurtado Tadeo, por los delitos de Usurpación Agravada en agravio del Estado.
En el primer trimestre de 2007 el Poder Judicial emitió dos sentencias condenatorias contra los acusados por la comisión de los delitos contra el Patrimonio ? Usurpación Agravada y por el delito contra el Patrimonio Cultural de la Nación. Se les impuso cuatro años de pena privativa de la libertad, se le fijó la suma de S/. 15,000 como reparación civil, y se les ordenó desocupar el área arqueológica invadida.
Ambas sentencias fueron confirmadas por la Segunda Sala Penal de Reos Libres de Lima. Posteriormente, la situación cambió porque los invasores abrieron un ingreso vehicular por un terreno de propiedad del ciudadano Julio Pozo, otro de los agraviados, al igual que la empresa de generación eléctrica EDEGEL.
Para poder llevar a cabo estas sentencias, en 2013 el Ministerio de Cultura solicitó la intervención de la Oficina Nacional de Diálogo y Sostenibilidad de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) para prevenir cualquier conflicto que pudiera generarse por la ejecución de la sentencia. El Alto Comisionado de dicha oficina indicó que si el caso ya estaba judicializado, solo quedaba cumplir la sentencia emitida por el órgano jurisdiccional con auxilio de la fuerza pública de ser necesaria.
El 20 de noviembre último el 26º Juzgado Penal de Lima requirió a los sentenciados y a los ocupantes del sitio desocupar el predio usurpado y se les dio 72 horas de plazo para hacerlo a partir de la notificación. Ante el incumplimiento de lo ordenado, y mediante resolución de fecha 6 de diciembre de 2013, se dispuso ejecutar el desalojo que hoy se concreta.
La Fortaleza de CampoyEs un conjunto arquitectónico del Intermedio Tardío, sede de uno de los centros administrativos del curacazgo de Lurigancho o Ruricancho, que obedecía al Señorío Ichma (hacia 1000 d.C. a 1470 d.C.) y ocupaba los valles del Rímac y Lurín. Fue anexado por los incas, quienes lo reocuparon y remodelaron. Su capital se hallaba en Mangomarca y Pachacamac fue su mayor centro ceremonial. En 1998 fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación mediante la Resolución Directoral Nacional Nº 227-INC del 11 de agosto del mismo año.
Se le denomina fortaleza debido a sus paredes perimétricas de doble muro de tapial que, vistas desde la parte baja del valle, destacan por su altura. Sin embargo, se trata de un centro administrativo construido por los Lurigancho. Dentro de sus altos muros vivía la elite dominante, desde donde tenía una vista panorámica de gran parte del valle. Era una ubicación muy estratégica para cuidar y proteger el cercano centro ceremonial de Mangomarca, con la cual se comunicaba por un camino que rodea los cerros aledaños.
El tipo de construcción se asemeja a las de Puruchuco, con terrazas y muros de tapia. La técnica del tapial consistía en la construcción de muros a base de una mezcla de piedras y barro, semejante a la moderna técnica del vaciado de concreto. Campoy es el único caso que presenta tapias dobles, que probablemente servían para dar sostenimiento a los muros más altos y de esta manera hacerlos resistentes a los movimientos sísmicos. Se usó también la técnica mixta de piedras y barro. Los recintos son de forma trapezoidal.
De otra parte, en los alrededores se hallaron vasijas y ollas para uso alimenticio, tinajas y cántaros, así como mates grabados con diseños ondeados que aluden a la pesca. Tras la llegada de los españoles, el complejo fue abandonado y sufrió las depredaciones de los buscadores de tesoros. En época contemporánea se ha visto afectado por la desordenada expansión urbana, tanto formal como informal, que afecta seriamente la conservación del sitio. Sin embargo, los moradores de las urbanizaciones vecinas vienen tomando conciencia de la importancia de la preservación del patrimonio arqueológico.