Un visitante interestelar sin precedentes: confirman el descubrimiento de 3I/ATLAS

Nota Informativa
La imagen muestra la órbita del cometa C/2005 AN (MLAS), un objeto de origen interestelar con la mayor excentricidad conocida hasta la fecha, según datos del JPL/NASA. Se destaca su máxima aproximación al Sol, el 30 de octubre de 2025, a unos 210 millones de kilómetros (dentro de la órbita de Marte). Es extraordinariamente veloz: alcanzará unos 90 km/s (324 000 km/h) en abril de 2026, batiendo el récord de velocidad relativa al pasar cerca de la Tierra. La gráfica ilustra su trayectoria en el Sistema Solar, útil para el estudio de objetos interestelares en proyectos tipo 3I/ATLAS. Fuente: JPL Orbit Viewer, NASA.
Imagen obtenida el 2 de junio de 2025 por David Rankin (Catalina Sky Survey, Universidad de Arizona), en la que se observa al objeto 3I/ATLAS (C/2025 N1), un objeto interestelar, desplazándose respecto al fondo estelar. El objeto es visible en banda óptica y presenta movimiento aparente consistente con una trayectoria hiperbólica. Fuente: David Rankin/Saguaro Observatory.

Erick Meza

1 de agosto de 2025 - 3:12 p. m.

El 2 de julio de 2025, la NASA confirmó oficialmente el descubrimiento de un nuevo visitante procedente del espacio interestelar: 3I/ATLAS, también designado provisionalmente como C/2025 N1 (ATLAS). Con aproximadamente 20 kilómetros de diámetro, se trata no solo del tercer objeto interestelar identificado por la humanidad, después de 1I/ʻOumuamua (2017) y 2I/Borisov (2019), sino también del más grande y rápido hasta la fecha. Este cuerpo celeste viaja a una velocidad estimada de 90 kilómetros por segundo (324 000 km/h), lo que lo convierte en uno de los objetos naturales más veloces jamás observados dentro del sistema solar.

El hallazgo fue realizado por el sistema de telescopios ATLAS, desde el observatorio con código MPC: W68, el 1 de julio de 2025 (UTC), tras capturarlo en una serie de cuatro imágenes de 30 segundos de exposición. De inmediato, fue incluido en la lista de candidatos a cuerpos cercanos a la Tierra (NEOCP), lo que permitió un seguimiento rápido y coordinado por astrónomos de todo el mundo. Observaciones adicionales de Q.-Z. Ye (I41) y S. Deen (W68 y M22), junto a datos de junio identificados en imágenes previas (precovery), revelaron una órbita fuertemente hiperbólica, con una excentricidad aproximada de e ~ 6, confirmando así su origen interestelar.

Este evento fue comunicado de forma oficial mediante las Minor Planet Electronic Circulars (MPEC), un servicio del Minor Planet Center (MPC), órgano reconocido de la Unión Astronómica Internacional (IAU) encargado de compilar, verificar y publicar datos astrométricos sobre cometas, asteroides y otros objetos menores del sistema solar. El MPC, operado por el Smithsonian Astrophysical Observatory desde Cambridge, Massachusetts (EE. UU.), gestiona una red internacional de observatorios y pone a disposición pública sus descubrimientos.

Según el reporte de la MPEC, varios observatorios han identificado indicios de actividad cometaria, incluyendo una coma marginal y una cola de aproximadamente 3 segundos de arco, observada a un ángulo de posición de 280 grados. Estos indicios, aunque preliminares, refuerzan la hipótesis de que se trata de un cometa interestelar activo, lo cual añade un enorme interés científico, ya que permite analizar por primera vez en detalle la estructura y composición de un objeto que se originó fuera del sistema solar.

El MPC ha instado a la comunidad astronómica internacional a continuar realizando observaciones para afinar los parámetros orbitales del objeto y comprender mejor su comportamiento físico. Todos los datos recibidos son publicados en tiempo real a través del sistema MPC Explorer y en los catálogos del Small Bodies Node (SBN) de la NASA.

Un nuevo capítulo para la astronomía

La trayectoria de 3I/ATLAS indica que su acercamiento al Sol ocurrirá el 30 de octubre de 2025, a unos 210 millones de kilómetros (dentro de la órbita de Marte), y su máxima aproximación a la Tierra se dará en abril de 2026, a una distancia segura de 240 millones de kilómetros. Por su tamaño y actividad, se estima que podría llegar a ser visible con telescopios de aficionados, e incluso a simple vista desde lugares oscuros y cielos despejados.

Este hallazgo representa una oportunidad científica única para estudiar material interestelar sin precedentes, al ofrecer una ventana directa hacia los procesos de formación y evolución de otros sistemas planetarios en la galaxia. Por ello, telescopios espaciales como el Hubble y el James Webb, así como numerosos instrumentos terrestres, han comenzado a seguirlo con prioridad.

Aunque no se cuenta con una misión para interceptarlo, el descubrimiento refuerza la importancia de iniciativas como la misión "Interceptor Cometario" de la Agencia Espacial Europea (ESA) y la agencia espacial japonesa (JAXA), que busca estudiar objetos interestelares en futuros encuentros.

La contribución del Perú en otros descubrimientos

Aunque el telescopio peruano T1M, ubicado en el Observatorio Astronómico de Moquegua (OAM) y con el código W73 ante el Minor Planet Center (MPC), no participó directamente en la detección de 3I/ATLAS, ha tenido un rol fundamental en la observación y confirmación de otros cuerpos menores del sistema solar. En los últimos años, el OAM ha logrado validar oficialmente diversos objetos mediante observaciones astrométricas de alta precisión, que han sido reconocidas por la Unión Astronómica Internacional (IAU).

Entre estos logros destacan las confirmaciones de los cometas:

· C/2020 R6 (Rankin)
· C/2020 R7 (ATLAS)

Estas contribuciones fortalecen la presencia del Perú en la red internacional de observatorios astronómicos y demuestran la capacidad técnica del país para participar activamente en la caracterización de cometas y cuerpos menores. Gracias a las condiciones ópticas del cielo moqueguano y a los instrumentos disponibles, el OAM sigue consolidándose como un centro clave de observación.

Este descubrimiento refuerza la importancia de la vigilancia astronómica global y el valor de contar con redes colaborativas como las del MPC, que permiten a países como el Perú contribuir activamente al conocimiento del universo, incluso en eventos tan extraordinarios como el paso de un objeto interestelar por nuestro vecindario cósmico.