César Guadalupe: Todos Somos Educadores

Con certeza se afirma, aunque parezca un lugar común, que las políticas destinadas a favorecer la educación de las personas deben ser estables por un período prolongado de tiempo y no verse sujetas a variaciones mayores derivadas de cambios en gobiernos y gestiones ministeriales. Para que esto sea posible, es preciso contar con niveles mínimos de acuerdo nacional acerca de las líneas maestras que deben orientar la política educativa.

Aunque nos cueste creer, durante las últimas dos décadas algunos elementos centrales de continuidad en la política educativa: priorizar los aprendizajes de los estudiantes; introducir el mérito como criterio central en la carrera docente; dotar a los estudiantes de materiales de estudio; concebir el aprendizaje como algo complejo que va más allá de los “cursos”; la introducción de enfoques transversales como la igualdad de género, etc. son algunos de esos aspectos que han tenido continuidad aunque, de vez en cuando, aparezcan algunos intentos de volver a situaciones previas. Algunos de estos acuerdos vienen del establecimiento de la importante transformación experimentada por el Ministerio de Educación durante los años 90, y otros se asocian al clima de diálogo democrático y apertura que caracterizaron la formulación (en los primeros años del siglo) del Proyecto Educativo Nacional al 2021 (PEN).

Contar con un marco estratégico que nos permita no sólo abordar los déficits que tiene nuestra educación, sino también, afrontar los desafíos de un futuro que se nos presenta como complejo y muy dinámico es de primera importancia para avanzar de modo firme. Para ello requerimos que las políticas educativas sean discutidas por el país sobre la base de principios y valores democráticos esenciales (a fin de cuentas, la escuela tiene como propósito central formar ciudadanos de una sociedad democrática), con una amplia participación, y sobre la base de lo mejor que el conocimiento científico y la investigación académica nos pueden brindar hoy. Parte de nuestros problemas es que, en ocasiones, se discute o se promueve una determinada agenda a partir de ideas que desdeñan la evidencia y lo que hoy sabemos sobre los distintos elementos que debe considerar la política educativa.

Hace dos años, el Consejo Nacional de Educación (CNE) inició la formulación de un marco estratégico que oriente la política educativa durante los primeros 15 años de nuestro tercer siglo como república independiente (PEN al 2036). Para ello, el CNE ha convocado un número amplio de expertos que han brindado su apoyo para formular ideas centrales que pueden organizar ese esfuerzo y ha desarrollado discusiones internas con el trabajo de su equipo técnico con el mismo fin.

Pero el esfuerzo no puede quedarse exclusivamente en ese nivel. Hace unos meses, se inició la formación de grupos de trabajo (grupos impulsores de la consulta del nuevo PEN) en todos los departamentos del país, los mismos que hoy, gracias al apoyo recibido de las autoridades regionales, se encuentran convocando a padres de familia, docentes, estudiantes, gremios, empresarios, y otros actores estatales y civiles para recoger sus ideas y expectativas para este nuevo PEN. Del mismo modo, el CNE lanza, el día de hoy, una consulta nacional en línea (todos somos educadores) abierta para lograr la mayor participación de la ciudadanía que, aun cuando no esté organizada, tiene la oportunidad de expresar sus expectativas individuales por este medio.

El compromiso del CNE es escuchar la mayor diversidad de voces de todo el país. Para ello contamos con el generoso apoyo de IBM del Perú y el Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico que permitirá contar con un sistema de Inteligencia Artificial que procese toda la información sin los sesgos que cualquiera de nosotros podría tener.

Invitamos a todos los lectores a ejercer su derecho a contribuir a definir el rumbo que queremos darle a la educación peruana en los próximos años. La encuesta se encuentra disponible en: http://www.todossomoseducadores.pe