De linaje guerrero

Nota de prensa

10 de setiembre de 2021 - 9:25 a. m.

De niño supo sortear los peligros de la selva, en un sector llamado La Torre, en las orillas del río Chuncho, afluente del Tambopata, en la región Madre de Dios. Sus padres le enseñaron a cazar con arco y flecha, a pescar, y a realizar labores agrícolas. Hoy se dedica a la elaboración de remedios naturales. Una las experiencias más bonitas de su vida, además de convertirse en padre y abuelo, fue haber sido actor principal en un importante documental, titulado “Candamo: la última selva sin hombres”, donde lo llaman “líder, pescador, agricultor, navegante, filósofo y nieto de un importante guerrero”. Dice que ha encontrado más de 100 usos para su machete.
 
 En un sector llamado La Torre, en las orillas del río chuncho, afluente del Tambopata, en la región Madre de Dios, vivía un niño que no le tenía miedo a los peligros de la selva; confiaba en las enseñanzas de sus padres. Hasta los 12 años vivió en ese lugar de la Amazonía peruana donde era común ver otorongos y canoas volteadas en los ríos. Pero a él le habían enseñado a nadar. Y también a cazar. Su padre le enseñó a “saber caminar” en el bosque, así como a cazar –con arcos y flechas que ellos mismos hacían–, huanganas, sachavacas, maquisapas, paujiles, entre otros animales del monte y el río. Su madre confeccionaba algunas mantas, abrigos y cushmas de corteza de árboles, cuando las temperaturas descendían. 

Después aprendió a cultivar plátano, yuca y piña, entre otras cosas que le sirvieron para la vida adulta. Cuando Agustín cumplió doce años, se fue a vivir con su familia a la Comunidad Nativa Ese Eja de Infierno. Ahí vive hasta hoy, dedicándose a la elaboración de remedios naturales, o macerados, como chuchuhuasi, uña de gato, clavo huaska, para para… “En ocasiones también fabrico arcos y flechas para la venta… Cuando era más joven, tenía más fuerzas para trabajar… Pero siempre trabajé para ayudar a los demás, para retribuir en algo a la sociedad”, dice Agustín Mishaja Shajao. 

“No fue fácil vivir en el monte, alejado de la civilización, cuando era niño, sobre todo cuando llegaba el invierno y no había con qué cubrirnos… Pero luego en Infierno me sentía fuerte, y el servicio militar me resultó muy fácil. Cuando terminé el servicio militar regresé a la comunidad. Tiempo después, cuando tenía 35 años, conocí a la que sería mi esposa, ella tenía 18 años. Tuvimos cuatro hijos, dos hombres y dos mujeres. Ahora tengo más de diez nietos”. 
Una de las experiencias más bonitas que vivió, además de convertirse en padre y abuelo, fue haber sido actor principal en un importante documental, dirigido por el reconocido publicista y realizador peruano Daniel Winitzky, titulado “Candamo: la última selva sin hombres”. En enero de 1998, cuando se emite el primer capítulo del filme, muy pocas personas conocían los bosques de esa región; el Candamo, el Tambopata eran desconocidos para los peruanos.  

En una entrevista, Daniel dijo lo siguiente: “A Mishaja lo conocí por Augusto Mulánovich, el fundador del Mariposario Tambopata en Puerto Maldonado. Él fue quien me recomendó a Agustín Mishaja como guía, en 1993, para explorar el río Las Piedras y el Alto Tambopata. Agustín me pidió dos hombres para asistirlo, yo le pedí que él mismo los eligiera y trajo a su primo Mañuco y a su amigo Melo… Todos nos sorprendimos de la naturalidad con que se comportaban ante cámaras. No tenían nervios. Actuaban de sí mismos como profesionales. Y creaban comedia casi de la nada. Darles protagonismo fue una decisión sencilla”. Al inicio de la película, se escucha al narrador decir los siguiente: “Agustín Mishaja es el líder. Quizá porque es el más viejo y, por lo tanto, el más sabio. O quizá por su linaje aristocrático, pues es nieto de un legendario guerrero. Es pescador, agricultor, navegante y filósofo. Y se dice que ha encontrado más de 100 usos para su machete”. 

“Me siento orgulloso de mi cultura. Me gusta enseñar a los demás las bondades de nuestra amazonia. Yo les diría a los jóvenes que se esfuercen, que estudien; si no lo hacen el único futuro que les espera es la chacra”, concluye Agustín.