La vacunación infantil es crucial para proteger a los niños contra enfermedades graves como polio, sarampión, rubéola, varicela, meningitis, neumonía, tétanos, hepatitis A y B, influenza, entre otras.

Los bebés nacen con un sistema inmunitario que puede defenderse de muchos microbios, pero requieren vacunas para fortalecer su capacidad de combatir enfermedades graves que su sistema inmunitario aún no puede manejar por sí solo.

Diariamente, los niños están expuestos a microbios, bacterias y virus en su entorno, incluyendo alimentos, aire, objetos y contacto con adultos. Las vacunas contienen pequeñas cantidades de antígenos que enseñan al sistema inmunitario del niño a reconocer y combatir estas enfermedades antes de que causen daño.

Los antígenos son componentes de microbios que estimulan el sistema inmunitario para desarrollar defensas naturales, permitiendo que los niños adquieran inmunidad de manera segura contra diversas enfermedades.

Es esencial que los niños completen todas las dosis del esquema de vacunación recomendado para estar completamente protegidos. Antes de administrar una vacuna, se somete a rigurosas pruebas de laboratorio y estudios clínicos durante años, especialmente adaptados para garantizar su seguridad en niños. Posteriormente, son monitoreadas continuamente por agencias como la FDA, CDC y otros organismos de salud para asegurar su seguridad y eficacia.

La seguridad de las vacunas es una prioridad absoluta para estas instituciones, que investigan cualquier preocupación potencial relacionada con su uso.