Festividad del Señor de Locumba

El Templo y La Festividad del Señor de Locumba

El Templo del Señor de Locumba

El templo que cobijaba la imagen del Señor de Locumba, fue destruido por el terremoto y por las torrenciales lluvias del 13 de mayo de 1784, sin embargo a la imagen no le paso nada. El primer obispo de Tacna Monseñor Carlos Masías, formó un comité de personas devotas y técnicas para que se dedicaran a la construcción de un nuevo templo. Luego Monseñor Alfonso Zaplana, segundo obispo de la Diócesis, con el apoyo de un comité y el apoyo de los devotos terminó de construir el nuevo templo.

El terremoto del 23 de junio del 2001, deteriora casi por completo la estructura física del nuevo templo, viéndose obligada la congregación religiosa a sacar la imagen y ubicarla en el auditorio de la Municipalidad Provincial. Monseñor Hugo Garaycoa Hawkins, formo otro comité de Apoyo para la reconstrucción del templo, el cual fue terminado en el 2006 con apoyo financiero de la Municipalidad Provincial Jorge Basadre.

La Festividad Religiosa del Señor de Locumba

La fiesta se celebra cada 14 de setiembre desde 1776, la festividad del Señor de Locumba reúne a peregrinos de distintas partes del Perú.

La festividad del Señor de Locumba reúne a peregrinos de distintas partes del Perú.

Es visitado durante todo el año por turistas y danzantes de las diferentes sociedades de bailes Religiosos. Partiendo desde la Ciudad de Tacna en la fiesta Central (14 septiembre) miles de Fieles llegan al Santuario, en bus (1hora y 30 minutos) o haciendo una caminata por pista, tomando un desvío por cerros de un recorrido de (93 kilómetros aprox).

Todos los años , la visita de peregrinos, han convertido a Villa Locumba en su Santuario de tradición religiosa que comprende: la práctica del sacramento de la reconciliación, la celebración de la Eucaristía, el participar en la procesión, el llevar agua bendita y alguna imagen del Señor de Locumba, el pedir una bendición para la familia.

Hay que destacar que el mismo ambiente de Villa Locumba favorece la oración e invita a un encuentro personal con el Señor de la Vida. Es una fiesta sin licor, sin bailes mundanos.

En Villa Locumba todas las personas tienen la oportunidad de expresar su fe, allí nadie es marginado, mientras tanto las compañías de danzarines ofrecen a Dios su danza como oración.