Historia del distrito San José del Alto
La presencia del hombre en tierras sanjosefinas data de varios cientos de años, y los restos de cerámica, pinturas rupestres y vestigios de viviendas encontrados en diferentes lugares nos permiten afirmar esto. De allí que, históricamente, podemos hablar de San José del Alto antes de y durante la actual república.
Etapa prerrepublicana
Antes que Colón pise suelo americano, ya existían pequeños grupos de agricultores aldeanos que formaban parte de los hombres pintados de rojo. Estas comunidades se establecieron a lo largo de la cordillera Paramillo, la cual se extiende por Sallique, San Felipe, Chontalí, San José del Alto y Tabaconas. Toda esta ruta estaba interconectada por un camino que permitía una comunicación constante. Esto se conoce gracias a los restos arqueológicos encontrados en los siguientes distritos:
Distrito de San José del Alto
- Monolito de Pampas del Inca: fue encontrado en 1979. Además, cerca al lugar se hallaron varias piezas arqueológicas de piedra y arcilla. Esta fue un área con abundante presencia de cerámica destruida y restos de huesos humanos, razón por la cual los lugareños llamaron al lugar como Cementerio del Inca.
La Revista Facetas (1982) nos dice: “el monolito representa a un príncipe regional (...), está desnudo; lleva los pies en forma anormal con solo cuatro dedos, la mano derecha descansa sobre la ingle derecha como indicando un dolor, la mano izquierda posa suavemente en el tórax derecho como un acto de contrición. En la cabeza, lleva colocado un distintivo que podría ser de un príncipe o un religioso, además está cubierto la cabeza con un turbante tipo chullo, parece estar sentado posando para el artista, se aprecia su ombligo en alto relieve, en la mano derecha lleva una especie de aros, (...); el personaje que describimos es gordo y robusto, más parecido a un buda.”
- Cerro Gentil: está ubicado a 1500 metros de altitud, a una distancia de 6 kilómetros de San José del Alto. Forma parte de la cadena montañosa del Paramillo. Aquí se ha encontrado un cerco de piedras pequeñas de 36 metros cuadrados, restos de cerámica deteriorada por la inclemencia del tiempo y restos de huesos humanos.
- Pinturas rupestres de San Patricio: ubicadas en un estrecho paso montañoso a las Cavernas de Marulanda. Estas vienen siendo destruidas por la inclemencia del tiempo; por lo que requiere medidas de protección.
Distrito de Chontalí
- La Estela de Agua Azul o Estela de Chontalí: se encontró en el caserío Agua Azul. Tiene 1.80 metros de alto, 0.80 de ancho y 0.20 de grosor.
Según la revista Facetas (1982), “es un tablón pétreo perfectamente pulido y seleccionado; en la cara que observa al gran Cerro Corcovado, se encuentra grabado en bajo relieve un misterioso hombre-animal estilizado(...), se aprecia claramente dos cabezas estilizadas de un cóndor o un posible halcón; también apreciamos claramente dos picos de aves rapaz, el cuerpo estilizado, terminado en un extremo se aprecia las enormes garras del rapaz y en el lado siguiente (derecho) se aprecia un hombre estilizado gritando posiblemente con un arma ofensiva, creemos sería un dios de la religión”.
Distrito de Tabaconas
- Restos encontrados en los cerros Campana, Manchara, La Culebra, Chuspiurco, Toro Huaca y Corralhuiche.
Distrito de Sallique
- Restos de encontrados en Shimana, El Páramo y El Tambo.
Distrito de San Felipe
- Restos de encontrados en Piquijaca, Los Cocos y La Cocha.
Etapa republicana
El actual pueblo de San José del Alto empezó a formarse a inicios del siglo XX, paralelamente a los actuales caseríos de Huaranguillo, Calabozo, Cajones y La Tuna. Sus primeros habitantes fueron de procedencia huancabambina y ayabaquina.
En aquellos años, estas áreas conformaban un inmenso bosque poblado, generalmente, por romerillos y cedros que se extendían por Tabaconas, Chontalí, Huabal y La Coipa, con presencia de fieras y animales salvajes que vivían bajo el amparo de la naturaleza. Eran épocas de constantes y torrenciales lluvias, que hacía casi imposible la vida del hombre. Para conseguir la sal y el fósforo, se tenía que realizar largas y fatigables caminatas, ya sea a Huancabamba o Jaén. Posteriormente lo hicieron al entonces puerto de Ambato-Tamborapa.
Por el año 1950, casi la totalidad de estas tierras estaban en manos de unas cuantas familias. Las obtuvieron bajo la modalidad de adquisición directa del Estado o por compra a otro supuesto propietario o posesionándose libremente. Pero también fue fuente de conflictos entre campesinos que se disputaban ciertas posesiones, como el caso del señor Miguel Martínez, que fue abatido con arma de fuego en el caserío La Laguna luego de varios años de litigio. De igual manera, el enfrentamiento entre las familias Olivera y Samaniego en Pampas de Inca y Las Catahuas dejó un saldo de cinco fallecidos y varios heridos.
A estas propiedades también se les llamaba fundos o haciendas; en ellas, trabajaban campesinos en situación de arrendatarios, modalidad típica de la época colonial:
- Francisco Gutiérrez Ubillús fue dueño de la hacienda Huaranguillo, que comprendía desde el puquio de Tamborillo (límite con el distrito Bellavista) hasta la quebrada de Angash y La Palma. Abarcaba territorios de los actuales caseríos de Huaranguillo, Santa Fe, La Tuna, Cajones, Corazón de Jesús, La Huaca, Perlamayo, entre otros. Muchos campesinos trabajaban en ella como arrendatarios, y otros compraron pequeñas parcelas para convertirse en agricultores independientes.
- Hipólito Troyes Martínez fue dueño de toda la micro-cuenca que va desde Angash hasta la cordillera del Paramillo. Comprendía los actuales territorios de Angash, Progreso, Potreros, San Patricio y San Lorenzo.
- Fortunato Torres Alberca fue dueño del área que se extiende desde el puquio Las Piñas (Catahuas) hasta el puquio que viene del actual caserío Nueva Libertad.
- Los actuales caseríos de La Tuna, La Palma y La Nueva Unión formaban parte del fundo de la familia Adrianzén.
- La familia Rosillo era propietaria de los actuales territorios de Batán, La Nueva Unión y Calabozo.
- La familia Pérez Díaz fue dueña de gran parte de las montañas del Corcovado.
Entre los años 1950 y 1975, se produjo un movimiento migratorio de campesinos procedentes principalmente de Huancabamba, Ayabaca, Chota y Cutervo, que, golpeados por la pobreza, decidieron abandonar sus pueblos de origen para ir en busca de nuevas tierras y aventuras. “Vamos a la montaña” o "vamos a la provincia” era las frases que usaban.
La fertilidad de los suelos y la abundancia de recursos naturales motivaron a las nuevas familias a quedarse a trabajar en estos lugares, formando finalmente la mayoría de los actuales caseríos de este distrito. Algunos empezaron a trabajar como arrendatarios, otros como peones, y hubo quienes compraron tierras a sus propietarios bajo la modalidad de pago a cambio de jornales de trabajo o dinero en efectivo.
Al darse la Ley de Reforma Agraria en 1969, muchos agricultores arrendatarios se apropiaron de las parcelas que venían trabajando y se convirtieron en campesinos independientes. Por eso, esta ley dada por Juan Velasco Alvarado fue un acontecimiento de trascendental importancia para los campesinos sin tierras de este distrito.
Autor: Alonzo Huamán Chuquipoma