Webinar: ¿Cómo desarrollar capacidades innovadoras en las entidades públicas?
En el marco de la fase de entrenamiento del iLabtón Perú 2025 impulsado por la Secretaría de Gobierno y Transformación Digital de la PCM ha programado una serie de seminarios virtuales para entrenar a los equipos participantes, previo a su participación en los días centrales del iLabtón (17 al 19 de octubre).
La sesión facilitada por César Herrera, especialista en innovación pública en la Secretaría de Gestión Pública de la PCM (SGP-PCM), comparte las ideas clave sobre la Norma Técnica de gestión de la innovación pública en entidades del estado peruano, para conocer cómo desarrollar capacidades innovadoras en el sector público.
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Introducción: 5 claves sobre la innovación en el sector público peruano que necesitas conocer
La frustración con los servicios públicos es una experiencia casi universal. Largas esperas, trámites confusos y una sensación de que el sistema no responde a nuestras necesidades son quejas comunes. Sin embargo, debajo de esta capa de ineficiencia se esconde un problema mucho más profundo y corrosivo: una crisis de confianza entre los ciudadanos y el Estado.
El verdadero desafío no es solo modernizar procesos, sino reconstruir una relación rota. Esta desconexión se manifiesta en interacciones cotidianas. ¿Cómo puede el Estado empezar a sanar esta fractura? La respuesta está en un cambio de paradigma que ya está en marcha. A continuación, se revelan cinco claves sobre la innovación en el sector público peruano, presentadas por César Herrera, especialista en innovación pública de la Secretaría de Gestión Pública de PCM, que ofrecen una nueva perspectiva sobre cómo el Estado está intentando reconstruir la confianza y mejorar sus servicios desde adentro.
1. El verdadero problema no es la burocracia, es la profunda desconfianza
Aunque la calidad de los servicios es un problema visible, el reto fundamental que enfrenta el Estado peruano es la desconfianza. Curiosamente, los datos muestran una paradoja: mientras que la confianza de un ciudadano en la entidad específica donde acaba de realizar un trámite ha mejorado ligeramente, la desconfianza interpersonal, la que define el tejido social, se ha desplomado.
Esta es la verdadera crisis. Según el Latinobarómetro 2023, la desconfianza interpersonal en el Perú ha alcanzado un alarmante 87.3%, un incremento de casi nueve puntos en la última década. Este clima de escepticismo generalizado, donde no confiamos los unos en los otros, es el principal obstáculo para la construcción de valor público.
La innovación pública, por lo tanto, no es solo una herramienta para optimizar trámites. Es un medio crucial para empezar a sanar esta fractura relacional, no solo la transaccional. Al ofrecer servicios más transparentes y colaborativos, se puede demostrar con hechos que el Estado puede y quiere ser un aliado confiable para el ciudadano.
2. Las mejores ideas pueden venir de cualquiera (y ahora existe un sistema para escucharlas)
Comúnmente se asocia la innovación con "genios" solitarios o esfuerzos aislados y heroicos. La realidad es que la innovación sostenible no depende de la suerte, sino de un enfoque sistemático. El Estado peruano ha comenzado a construir precisamente eso a través de la nueva "Norma Técnica para la Gestión de la Innovación Pública".
Esta norma crea un proceso claro, similar a un embudo (o funnel), diseñado para democratizar la generación de ideas:
1. La iniciativa: Cualquier servidor público, sin importar su cargo o área, puede presentar una "iniciativa de innovación".
2. La evaluación: La "Unidad de Modernización" de la entidad recibe y evalúa la pertinencia de la propuesta, acompañando al servidor para que esté bien sustentada.
3. La acción: Si la iniciativa se considera prioritaria, la alta dirección aprueba el proyecto y designa formalmente un equipo ad hoc y multidisciplinario para desarrollarlo, dándole el tiempo y los recursos necesarios.
Este enfoque es revolucionario porque crea un canal formal para que las buenas ideas, sin importar de dónde provengan, sean escuchadas y potencialmente implementadas. Reconoce que el conocimiento más valioso sobre los problemas públicos a menudo reside en quienes están en la primera línea de servicio.
3. La barrera más grande no es la falta de creatividad, sino la falta de apoyo y tiempo
¿Qué impide que florezcan más innovaciones en el sector público? Contrario a lo que se podría pensar, el problema principal no es la falta de ideas. En la sesión se realizó una encuesta interactiva con los servidores públicos participantes y las principales barreras identificadas fueron estructurales y culturales.
Las tres restricciones más votadas fueron:
- Falta de liderazgo de los tomadores de decisión: La ausencia de un respaldo claro y visible desde la alta dirección.
- Falta de tiempo para dedicar a proyectos de innovación: La sobrecarga de tareas operativas sin un espacio formal en la agenda para desarrollar nuevas soluciones.
- Falta de recursos para implementar los proyectos: Las buenas ideas mueren si no se les asigna un presupuesto.
Esto revela que el desafío no es la ausencia de potencial, sino la necesidad de transformar una cultura organizacional que a menudo es hostil al cambio. Como relató un experto, un antiguo jefe llegó a decirle: "Innovación es para el sector privado". Superar esta mentalidad y crear una estructura que brinde respaldo, espacio y tiempo es el verdadero reto para que las ideas de los trabajadores públicos puedan florecer.
4. Innovar no es romper las reglas, es integrarse a ellas de forma inteligente
Una de las ideas más contra-intuitivas sobre la innovación en el Estado es que, para ser exitosa, debe ser viable e integrada. No se trata de crear proyectos aislados que brillan por un momento y luego "se apagan" cuando cambia la gestión o se acaban los recursos.
La nueva norma técnica promueve un enfoque pragmático: la innovación debe articularse con los instrumentos de gestión ya existentes, como el Plan Estratégico Institucional (PEI) y el Plan Operativo Institucional (POI). El objetivo es que las iniciativas de innovación no sean un apéndice, sino que respondan a los objetivos estratégicos de la entidad y se integren en su planificación y presupuesto.
Este enfoque es crucial porque asegura la sostenibilidad. Al institucionalizar la innovación, se garantiza que los esfuerzos no dependan de la voluntad de una sola persona o de una administración particular, sino que se conviertan en parte del ADN de la organización. Esto aumenta drásticamente las posibilidades de que un proyecto perdure, escale y genere un impacto a largo plazo.
5. La innovación pública no es un sueño: ya está dando resultados medibles
Lejos de ser una aspiración teórica, la innovación en el sector público peruano ya es una realidad con resultados concretos y medibles. Existen múltiples casos de éxito, reconocidos por organizaciones como "Ciudadanos al Día", que demuestran que es posible transformar la manera en que el Estado sirve a las personas.
Un ejemplo paradigmático es el de INDECOPI con su "Gaceta Electrónica de Propiedad Industrial". Antes, los emprendedores debían realizar un costoso pago adicional para publicar el registro de su marca en el diario oficial El Peruano, una barrera significativa. La innovación de INDECOPI consistió en eliminar ese requisito y reemplazarlo con su propia gaceta digital, gratuita y de fácil acceso.
Los resultados fueron contundentes y de alto impacto:
- Se incrementó en un 21% el registro de marcas, incentivando la formalización.
- El 68% de las solicitudes se resolvieron en menos de 45 días, cuando antes solo el 4% lograba ese plazo, demostrando una mejora radical en la eficiencia.
Este caso demuestra que la innovación bien gestionada genera valor público tangible. No solo mejora la eficiencia de la entidad, sino que también reduce costos y barreras para los ciudadanos, fomentando el desarrollo económico y fortaleciendo la confianza.
Conclusión
La innovación en el Estado peruano está transitando de ser un esfuerzo esporádico y aislado a convertirse en un proceso estructurado, sistemático y esencial para la transformación. Ya no se trata de si se debe innovar, sino de cómo hacerlo de manera efectiva y sostenible.
El verdadero motor de esta transformación no son las tecnologías ni las metodologías por sí solas, sino los propios servidores públicos: su conocimiento, su experiencia y su compromiso por encontrar mejores formas de servir a la ciudadanía. El nuevo marco normativo busca precisamente darles el cauce y el apoyo para que sus ideas se conviertan en realidad.
La pregunta que queda en el aire es tan simple como poderosa: Si cada servidor público tuviera el espacio y el apoyo para proponer una mejora, ¿cómo se transformaría el Estado que conocemos?