Webinar: cultura y gestión de iniciativas ágiles en entidades públicas

En el marco de la fase de entrenamiento del iLabtón Perú 2025 impulsado por la Secretaría de Gobierno y Transformación Digital de la PCM ha programado una serie de seminarios virtuales previo a los días centrales del iLabtón Perú 2025 (17 al 19 de octubre).

La sesión facilitada por Iván Juscamaita, Director de Innovación y Transformación en AmbideXtro, comparte cuatro verdades que incomodan, pero que son necesarias para lograr innovación y transformaciones reales en el sector público.

>> Descarga la presentación de la sesión

Mira el video completo

Introducción

En el sector público, términos como "innovación", "agilidad" y "transformación digital" se han vuelto parte del lenguaje cotidiano. Sin embargo, detrás de estos eslóganes a menudo se esconde una frustración: las iniciativas prometedoras rara vez logran los resultados esperados. ¿Por qué la transformación real parece tan esquiva? La respuesta, según Iván Juscamaita, Director de Innovación en Ambidextro, es que la verdadera transformación es mucho más profunda que la simple adopción de nuevas metodologías.

Lección 1. "No Existen los Proyectos Ágiles"

La tesis más radical de Juscamaita ataca la base misma de cómo se gestionan las iniciativas en el Estado. Su afirmación es categórica: conceptualmente, los "proyectos ágiles" y los "proyectos de innovación" no existen. Para entender este desafío, es crucial desmantelar la confusión entre dos mundos distintos.

Un "proyecto", en su visión tradicional, es un esfuerzo predictivo y lineal con un inicio y un fin definidos. El problema y la solución son conocidos de antemano, y su éxito se mide por el cumplimiento de la famosa "triple restricción": alcance, presupuesto y plazo. Es un modelo diseñado para operar y ser eficiente en un entorno de certidumbre.

Por el contrario, la "agilidad" y la "innovación" operan por definición en entornos de incertidumbre. Su naturaleza es adaptativa, no predictiva. Su objetivo no es ejecutar un plan preestablecido, sino descubrir valor a través de la experimentación. En lugar de "proyectizar" la innovación, debemos aprender a "experimentar". La diferencia es fundamental: los proyectos buscan la eficiencia en la certidumbre, mientras que los experimentos buscan el aprendizaje y el valor en la incertidumbre.

Por eso, no existen los proyectos ágiles y no existen los proyectos de innovación. Es un concepto totalmente errado que lamentablemente todavía no se ha difundido de la manera adecuada en las entidades públicas.

Lección 2. El cambio es cultural: de lo “Norma-céntrico” a lo “Ciudadano-céntrico”

Juscamaita sostiene que el éxito o fracaso de cualquier esfuerzo de transformación se define en un campo de batalla cultural. Para ello, presenta una dualidad poderosa que obliga a toda entidad pública a mirarse en el espejo y elegir un bando. La distinción se articula en cinco dimensiones clave:

  • Foco: La cultura "norma-cêntrica" se enfoca en "gastar el presupuesto". La cultura "ciudadano-cêntrica" busca "invertir el presupuesto con propósito" para generar valor público.
  • Mediciones: La primera se pierde en "métricas de vanidad" (ej. número de talleres realizados) que no reflejan impacto real. La segunda se obsesiona con "medir lo que realmente genera valor público", como la satisfacción del ciudadano.
  • Organización: La norma-cêntrica es jerárquica, trabaja en silos y sufre de un exceso de procesos. La ciudadano-cêntrica se organiza en redes colaborativas, rompe los silos y digitaliza de manera inteligente para servir al usuario.
  • Liderazgo: En la cultura norma-cêntrica abundan los "jefes egogurosaurios" —"una palabra muy nuestra de Ambidextro", aclara Juscamaita—, arquetipo que no define una edad, sino una actitud controladora y reacia al cambio. En la cultura ciudadano-cêntrica, emergen líderes transformadores que empoderan, confían y se atreven a probar nuevas ideas.
  • Gestión de iniciativas: La primera gestiona "proyectos" predictivos. La segunda, además de proyectos, domina la "experimentación" adaptativa para navegar la incertidumbre.

El futuro de lo público no se mide en normas cumplidas sino en ciudadanos satisfechos.

Lección 3. La innovación vive en la incertidumbre

Hay que experimentar, no “proyectizar”. La gestión pública tradicional evita la incertidumbre; la innovación la abraza.

Un experimento permite probar ideas en pequeño, aprender rápido y ajustar sin desperdiciar recursos públicos. Los laboratorios de innovación pública son espacios ideales para esto: gestionan portafolios de experimentos, no de proyectos.

Cada experimento, gane o falle, deja un aprendizaje que mejora el servicio al ciudadano.

Lección 4. La agilidad no es una metodología, es una mentalidad

Ser ágil no es aplicar una receta o usar una herramienta. Es una forma distinta de pensar y actuar.

La agilidad combina cuatro tipos de cambio:

  • Mentalidad: aprender más rápido y escuchar al ciudadano.
  • Ejecución: entregar valor en ciclos cortos.
  • Organización: trabajar de manera colaborativa, sin silos.
  • Medición: valorar los resultados reales, no solo las tareas cumplidas.
“La agilidad no se trata de correr más rápido los procesos, sino de aprender más rápido para entregar valor antes.”

Muchos equipos se quedan en la fase de diseño (mapas de empatía, journey maps), pero no llegan a concretar soluciones reales. La verdadera agilidad ocurre cuando esas ideas se convierten en servicios funcionales para las personas.

Conclusión

La transformación digital del Estado no empieza con sistemas o tecnología, sino con personas que se atreven a cambiar su forma de pensar.

Estas cuatro verdades están conectadas:

  • No hay agilidad sin cultura.
  • No hay innovación sin experimentación.
  • Y no hay transformación sin ciudadanía al centro.

Innovar desde lo público es servir mejor. Es escuchar, probar y aprender junto al ciudadano.