El hombre de Sangarará que domina las aguas

Nota Informativa
• Cusqueño Martín Samuel Cuchillo Caro, usuario de Pensión 65, es pionero de las piscigranjas y construyó una mini central hidroeléctrica.

Unidad de Comunicación e Imagen

9 de abril de 2022 - 8:26 a. m.

Un ángel. Jura que fue un ángel el que lo despertó de un sueño profundo, segundos antes de que un derrumbe lo sepultara en vida, cuando aún era un muchacho y trabajaba como obrero en la construcción de un túnel, en Chota, Cajamarca. “Estaba dormido, sentado al pie de una roca, y el ángel me gritó ‘¡Samuel! ¡Samuel!’, y gracias a eso me paré justo a tiempo. Si no, no la contaba. Luego, levanté la mirada y no había nadie. Fue un ángel”, asegura.

Martín Samuel Cuchillo Caro, de 88 años y usuario de Pensión 65, se emociona al recordar aquel día en que prácticamente volvió a nacer. El destino le tenía preparado un camino difícil, casi como el que ya había transitado, sin embargo, la providencia y su ingenio se encargarían de retirar las piedras de su ruta. Y el agua sería el elemento que marcaría su futuro.

De niño, en el distrito de Sangarará, provincia de Acomayo, región Cusco, era algo tímido. “En la escuela me pegaban”, recuerda sin avergonzarse. Papá y mamá murieron apenas empezando la primaria y unos tíos asumieron su cuidado. Ya desde pequeño, su astucia, imaginación e inteligencia formaban una potente combinación que lo hacía pensar más allá que los otros niños. “Cuando iba a pastorear el ganado, recogía papitas que luego vendía y con eso me compraba juguetes de cerámica con forma de animalitos”, recuerda.

Martín Samuel Cuchillo Caro cría truchas y bocachicos en su piscigranja 'América'.

Salió con su gusto de ir a Lima. Un señor de buen corazón lo acogió en Chosica a cambio de que le ayudara en su restaurante y lo puso en el colegio, pero la necesidad de avanzar, solo, pudo más en Samuel y, sin acabar la secundaria, sale a seguir explorando el mundo. Primero intenta infructuosamente conseguir empleo en Lambayeque, después lo logra en Chota y aprende el manejo de maquinaria pesada. Tras salvar la vida de manera casi milagrosa en la obra del túnel, viajó a Puno, donde trabajó como operador de la planta eléctrica en un barco que surcaba el Lago Titicaca.

Los capítulos de la vida de Martín Samuel Cuchullo Caro son tan variados que incluso, antes de dominar las aguas en Sangarará y construir su mini central hidroeléctrica y su piscigranja, llegó a ser, según recuerda, sargento segundo del Ejército del Perú. Lo reclutaron cuando trabajaba en el barco en Puno y en la institución castrense destacó por sus habilidades relacionadas a la electricidad. “Incluso di clases a los soldados sobre clave morse”, rememora Samuel.
 
Ingenioso caballero
Curioso al máximo, Samuel, como le llaman todos los que lo conocen, aprovechó cada empleo que tuvo para acumular conocimientos ligados a la electricidad, construcción y trasvase de agua, los cuales le sirvieron en la década de los años 90 para dar cátedra de ingeniería en la comunidad de Yanampampa, en su Sangarará natal, donde actualmente vive, sin haber pasado por las aulas de universidad alguna.

Primero se convirtió en el pionero de la construcción de las cocinas mejoradas en su comunidad. El humo que afectaba a su esposa Isabel Huisa Tuero cuando cocinaba con leña, así como el hollín que se asentaba incluso sobre la comida, lo empujaron a idear una solución doméstica. Fue así que construyó una cocina con una bóveda que evitaba la salida del humo dentro de la casa y con una ducto que lo llevaba hacia el exterior.

Martín Samuel y su esposa Isabel Huisa Tuero son inseparables.

Pero no solo eso. Usando piezas recicladas implementó una mini central hidroeléctrica con la que generó electricidad con agua de río, dio luz a su casa y causó primero el recelo y luego la admiración por parte de la empresa que distribuía energía eléctrica en las provincias cusqueñas.

También en esa época, luego de que como dirigente de la comunidad de Yanampampa no recibiera el respaldo de su asamblea para implementar jaulas flotantes en la laguna Pomacanchi, se aventuró a crear de la nada una piscigranja, la primera de esa zona y a la que bautizó como ‘América’. Hizo un fértil estanque que llenó con agua desviada de río y en el que hasta hoy cría truchas y bocachicos para su subsistencia y la de su esposa.

“En mi cerebro está mi universidad”, dice. Eso se confirma al ver su obra en medio de los cerros.


Cusco, 9 de abril de 2022

Esta noticia pertenece al compendio Historias Que Inspiran