La vida multicolor de la tejedora de Andahuaylillas

Nota Informativa
• Bernardina Flores Pilares, usuaria de Pensión 65, produce hermosas frazadas y llicllas en la región Cusco.

Unidad de Comunicación e Imagen

19 de marzo de 2022 - 9:32 a. m.

Entrar a la casa de Bernardina es ingresar a un pequeño mundo de destellantes colores y texturas abrigadoras, en pleno corazón de Andahuaylillas, uno de los 12 distritos de la provincia cusqueña de Quispicanchi. El sol del mediodía aviva todavía más a las diferentes tonalidades de color de las preciosas mantas, frazadas y llicllas que nacen de sus manos, acostumbradas a trabajar la lana de oveja con pasión y técnicas milenarias.

            A sus 74 años, Bernardina Flores Pilares, usuaria de Pensión 65, tiene la risa fácil y una muestra impresionante de productos textiles dignos de la mejor vidriera internacional. Cuando tenía apenas 5 años comenzó a aprender los secretos del tejido de su abuela materna, quien le enseñó a confeccionar vistosas frazadas con motivos andinos Ya mayor, de su suegra aprendió a dominar el arte de elaborar hermosas y coloridas llicllas, prendas que adornan las espaldas femeninas y que aumentan el encanto natural de la mujer cusqueña, heredera de la belleza de las acllas, doncellas que eran escogidas durante el incanato para servir al Inca o al dios Sol.

Bernardina Flores Piares, usuaria de Pensión 65, haciendo lo que más le gusta: tejer.

            Bernardina domina a la perfección las técnicas del tradicional telar andino sujetado a la cintura y de la puska, que usa para transformar la pelambre ovina en finos cordones de lana, materia prima para sus obras textiles. “Tejer me hace feliz, me disipa las preocupaciones. Si no pudiera hilar o tejer, seguramente la pena me ganaría”, confiesa.

            Cierto día le preguntó a un señor que vendía polvos para colorear la lana, cómo lograr un rojo vivo, un azul cielo o un verde esperanza. Entnces, Bernardina, quien tiene 9 hijos y 13 nietos, anotó una alquimia que siempre aplicaría y jamás olvidaría: mezclar en una paila los polvos de colores en la fórmula necesaria según el tipo y la intensidad de color que se quiera obtener, hervirlos en orines y sal durante 20 minutos, y listo, ¡arcoiris!

La tejedora de Andahuayillas ha desarrollado un cariño especial por sus cuatro ovejas y cada diciembre cumple con la esquila. El vellón cortado de sus ovejas le garantiza seguir tejiendo varios meses más.

Bernardina tiene especial cariño por sus ovejas, que son materia prima de sus creaciones.
 
Reto pendiente
Ella transforma la lana de oveja en piezas que serían delicias para turistas, pero sabe que tiene una deuda pendiente consigo misma: perder el miedo a hacer negocios con gente de otra lengua. Teme ser engañada. Sin embargo, promete vencer esa tara. Por ahora, solo vende sus frazadas, mantas y llicllas a personas conocidas de Andahuaylillas o Cusco, gente a la que le tiene confianza y que le hace pedidos de tanto en tanto.

            Bernardina es activa participante de la intervención Saberes Productivos, que impulsa Pensión 65 y que busca transmitir los conocimientos de los adultos mayores a las nuevas generaciones. “Antes de la pandemia he ido a colegios de Andahuaylillas a enseñar a tejer. Quiero seguir haciéndolo”, refiere la tejedora. Guillermina, la mayor de sus hijos, aprendió su técnica y ahora la ayuda en los acabados de las telas. Pese a que su vista ya le juega malas pasadas, Bernardina no cuelga la lana.

Los colores y la lana son parte importante de su vida. Bernardina es una artista del tejido.

            Entrar a su casa, con frazadas, mantas y llicllas por todos lados, es como subir al Cerro de Siete Colores, entre Cusipata y Pitumarca, en la misma región Cusco. Los colores abrazan a todo aquel que llega.

Cusco, 19 de marzo de 2022

Esta noticia pertenece al compendio Historias Que Inspiran