¡Qué palta!

Nota Informativa
• Luz Marina Alarcón Contreras, usuaria de Pensión 65, es la reina de las paltas en Colcabamba, Apurímac.

Unidad de Comunicación e Imagen

18 de febrero de 2022 - 9:15 p. m.

Cada noche, tal como le enseñaron sus abuelos, ella retorna a su niñez, reza con las manitas juntas y pide salud. Nada más. Está segura que Dios la escucha. Cree firmemente que lo demás depende única y exclusivamente de ella y de su trabajo en su pequeña parcela, que ha llenado de frutales y hierbas medicinales. Las paltas son las engreídas de su producción.
            
A sus 74 años, Luz Marina Alarcón Contreras, usuaria de Pensión 65, es una de las vecinas más famosas del sector Amoray, en el centro poblado de Chapacampa, del distrito de Colcabamba, provincia de Aymaraes, región Apurímac. Su producción agrícola da que hablar. Siempre se las ingenia para sacar alguito de la tierra. No por gusto pasó feliz su niñez en labores de chacra y ganadería al lado de sus padres.

Los conocimientos ancestrales agrícolas transmitidos en quechua y de generación en generación la han convertido no solo en una gran participante de la intervención Saberes Productivos, de Pensión 65, también la han catapultado a dar el todo por el todo en su emprendimiento productivo. Luz Marina sabe de pe a pa todos los secretos para una cosecha abundante. Las deliciosas paltas son la principal consecuencia de su esfuerzo.

Las paltas son las engreídas de Luz Marina. Es una esforzada productora agrícola.

Hace lo que su cuerpo le deja hacer. “La vejez es la etapa más larga de la vida, no solo por el tiempo, también por las dificultades en la salud y por las actividades físicas limitadas”, dice la reina de las paltas apurimeñas casi en tono de protesta. Su rebelde perfil chanca se asoma y no se deja ganar por la depresión que en los años otoñales suele hacer diabluras.

Sus ocho hijos –todos varones– han sido y son sus principales apoyos en la instalación de su plantación de paltos. “Estas plantaciones son para mis hijos. Ellos me han ayudado a implementarlas. Mi último hijo es el que me apoya en trabajar la tierra”. El amor de madre la desborda y la hace recordar los tiempos de mayor trabajo. Cuando los hijos son chicos es el mejor momento para enseñarles el respeto hacia las personas mayores, después todo esfuerzo será inútil, reflexiona Luz Marina. “Pero todo se basa en el amor. Lo mejor de la vida son el amor y el cariño”, añade entusiasmada. 

Luz Marina recibe, igual que todos los usuarios, apoyo, guía y afecto del personal de Pensión 65.

Ella siente el deber moral de enseñar lo que sabe a sus nietos, de transmitirles su herencia cultural, empezando por el idioma. “Hay que darles a conocer nuestras historias, brindarles consejos para que sean buenos estudiantes y trabajadores responsables. Hay que enseñales nuestra música, a cantar, a bailar, pero principalmente hay que hablarles en quechua para que ellas y ellos también lo hablen y no se pierda nuestra lengua”, dice Luz Marina, orgullosa de sus raíces.

Abancay, 18 de febrero de 2022

Esta noticia pertenece al compendio Historias Que Inspiran