Lastenia Meléndez, la maestra que transforma vidas en zonas de frontera

Nota de prensa
Viaja cuatro días por río y camina otros dos por la selva para llegar a su escuela ubicada en la frontera con Brasil
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Fotos: Oficina de Prensa

Oficina de Prensa

6 de julio de 2023 - 1:27 p. m.

El amor por la pedagogía y el espíritu laborioso llevó a la maestra Lastenia Meléndez Dávila (61), a trabajar en  una lejana comunidad amazónica ubicada en la frontera con Brasil donde solo se llega surcando un largo camino que demanda seis días, de los cuales cuatro los hace en una frágil embarcación fluvial y dos a pie abriéndose paso a través de una frondosa vegetación y de una muralla de mosquitos e insectos.

En su ruta al centro poblado de Alto Tamaya – Saweto, en el distrito de Masisea, en Ucayali, Lastenia tiene que navegar cuatro días en unas lanchas llamadas “petroleras”, luego, debe caminar dos días y descansar a campo abierto y alimentándose solo con maíz, pan y enlatados de atún.

“Las lanchas no pueden navegar en la noche cerrada y los pocos pasajeros tenemos que bajar a la orilla del río y esperar allí hasta el amanecer. Dormimos en el suelo y nos turnamos para cuidarnos y evitar que se nos acerquen animales de la selva”, relata con voz pausada, acostumbrada ya a los rigores de esa odisea.

Lastenia cuenta que la primera vez que hizo ese recorrido, la gente de las comunidades les ofrecía a su paso la comida que preparaba para su sustento diario. “Nos daban unas cosas de aspecto raro que nunca había visto, pero como teníamos hambre las comíamos sin hacer muchas preguntas”, recuerda. 

Ahora, adaptada al entorno de la selva, los anticuchos de suri, un  gusano selvático, el asado de mono y el chilcano de chamiri, un pez parecido a una anguila, forman parte de su dieta.  

Hace cuatro años, la docente de matemática cambió su centro de labores en la bulliciosa ciudad de Pucallpa para trabajar en una zona rural, en la institución educativa integrada N° 65151, que pertenece al Modelo de Servicio Educativo de Secundaria Tutorial (MSE-ST) del Ministerio de Educación.

Lastenia, nacida en Inahuaya, Loreto, abrazó la docencia por vocación y convicción, y a lo largo de su carrera laboró como maestra en diversas escuelas de zonas rurales y urbanas de Ucayali, donde aprendió a revalorar los saberes ancestrales y siempre luchó por recuperar las lenguas maternas y la identidad cultural.

La maestra aprendió a sumar, restar, dividir y multiplicar a los 6 años, antes de ingresar a la escuela, y estudió en varias instituciones educativas de Pucallpa y Huánuco, donde sus padres se establecieron para dedicarse a la agricultura y comercialización de tubérculos y frutas.

El primer y segundo grado lo hizo en la escuela N° 11001 de Pucallpa, luego terminó la primaria en el poblado de Tournavista de la provincia de Puerto Inca, en Huánuco, y estudió la secundaria en la IE Inmaculada de Pucallpa. Después postuló al pedagógico Horacio Zevallos Gámez de Pucallpa y ahí terminó la especialidad de matemática.

“A los 18 años ingresé al pedagógico y desde los 23 años trabajé como docente en diversos colegios de Pucallpa, como la IE San Fernando, IE Francisco Bolognesi, IE Oswaldo Lima Ruiz de Manantay, donde incluso llegué a ser directora, y hace cuatro años llegué a Alto Tamaya, donde me enfrenté a otra realidad”, recuerda.

Alto Tamaya es un poblado de extrema pobreza donde los pobladores recurren el trueque para obtener productos o servicios. La población utiliza leña que recolecta del monte y la alimentación se basa en el consumo de animales como la sachavaca, el majaz, el suri, un tipo de rana llamada kawa, monos, lagartos, peces de río como el chamiri, el kempitsi, la karachama gigante y la makana.

“Al principio registramos 14 estudiantes y ahora tenemos 35, rescatamos a aquellos que trabajan en las chacras y otros que por la pandemia abandonaron el estudio; también aprendí mucho sobre los conocimientos ancestrales, el idioma ashéninka, técnicas de tejido, y estamos trabajando para recuperar la lengua materna y la identidad cultural”, explica.

Lastenia celebra hoy  el Día del Maestro junto a su esposo Mario Rodríguez, un docente con quien tiene dos hijos y que hace un año decidió acompañarla en Alto Tamaya. Ambos decidieron alejarse de Pucallpa porque prefieren vivir en lugares apacibles, lejos del bullicio y la contaminación ambiental.

“Ser docente es sinónimo de perseverancia, lucha y capacitación constante, el país necesita de nuevos líderes que puedan transformar la vida de las nuevas generaciones, en todo lugar existen talentos y estoy convencida de que la educación es la única arma que nos sacará de la pobreza”, afirma con convicción.