Hugo Díaz: Apuesta en el Perú por una educación durante toda la vida

Nota Informativa

22 de junio de 2019 - 8:14 a. m.

Quizá el concepto más trascendente que cobra vigencia en este siglo, promovido por los Objetivos del Desarrollo Sostenible, es la Educación a lo largo de la vida. El aprender no acaba en la escuela o universidad, sino que para acompañar el cambio social, del conocimiento y tecnológico, hay que seguir haciéndolo no importa la edad que se tenga.

Al igual que el derecho a la educación, es uno de los principios fundamentales que ha recogido la formulación del nuevo Proyecto Educativo Nacional que esta vez tiene como horizonte el 2036, aprender durante toda la vida es una competencia que debe desarrollarse en cada etapa, nivel o modalidad del sistema educativo. No se trata, como en el pasado, de una acumulación de conocimientos memorísticos sino de adquirir los hábitos y actitudes que conduzcan a saber cómo aprender, cómo desarrollar capacidades de búsqueda de información, análisis y juicio crítico, cómo tomar decisiones en forma autónoma aplicando variados conocimientos en situaciones de la vida diaria.

En la intención de que las personas adquieran la capacidad de aprender a aprender a lo largo de sus vidas, uno de los desafíos mayores para los siguientes años está en aquellos grupos poblacionales que no tuvieron oportunidades de educación, los que en algún momento dejaron de aprovecharlas sin completar una educación básica mínima y los que requieren seguir actualizándose o adquirir nuevas competencias para continuar adecuándose a los cambios. Dentro de estos últimos se incluye a los adultos cuya vida activa se viene expandiendo. Para el sistema educativo representa un cambio significativo en términos de cantidad de servicios que deben estar disponibles. Es pasar de un sistema eminentemente escolarizado, que atiende aproximadamente 10 millones de personas, a otro que triplica esa suma y que requiere replantear estrategias de atención formativa buscando que cobren mayor presencia las modalidades no formales e informales -semipresenciales, virtuales y los estudios independientes, así como las ofertas que impliquen el uso de recursos tecnológicos digitales.

En segundo lugar, en función de esas estrategias, hay necesidad de definir los recursos necesarios para impartir enseñanza y formación permanente, lo cual hace referencia, además de los docentes, a instructores, animadores, tutores, y otros, a los que se deben sumarse los aplicativos y recursos digitales con potencial de enseñanza y aprendizaje.

Por último, es indispensable que el aumento de la oferta sea acompañada de los mecanismos de certificación de competencias correspondientes y, sobre todo, que respondan a las expectativas y necesidades tanto personales como del desarrollo nacional y regional. Un objetivo que en el caso peruano puede resultar relevante es que se aporte a la reducción de la informalidad que afecta a siete de cada diez trabajadores y al aumento del empleo decente. Elmer Cuba, en su artículo “La informalidad laboral”, publicado en el Diario El Comercio (31-05-2019), señala que la mayor parte de la informalidad laboral está en la microempresa y que una característica de este sector de trabajadores es su baja productividad laboral y empresarial, debido, entre otros factores, al escaso nivel de educación que tienen.

Modalidades como la educación básica para jóvenes y adultos y la educación técnico productiva tienen, en este caso, uno de los roles más protagónicos pero tendrían que ser reformadas en profundidad. Sería indispensable revisar su prioridad y estrategias de desarrollo. La Educación Básica Alternativa y la Educación Técnico Productiva participan del 4.5% del presupuesto inicial de apertura del sector Educación. Es un porcentaje de participación similar al que se tenía el año 2000. Lo que se ha reducido es el esfuerzo estatal y privado en la creación de oferta educativa formal: 51,900 participantes menos en la educación básica alternativa y 400 menos en la educación técnico productiva respecto del año 2000. Además, el costo por estudiante de la educación básica alternativa y la educación técnico productiva estatal fue el 2018 apenas el 72%  y el 55%, de lo inviertido por estudiante en la educación primaria. En el año 2000 era el 115% y 99%, respectivamente; es decir, se está invirtiendo menos.

La educación de adultos presencial no desaparecerá, pero necesita elevar significativamente su atractivo, calidad y eficiencia y gestión, por ahora muy deficitarias. La deserción es elevada, no cuentan con el equipamiento necesario y, al no existir casi oferta de formación de profesores de educación de adultos, se emplean a los de la educación básica regular que llegan cansados para cumplir con sus obligaciones de docencia en el turno nocturno. Igualmente, el 41.4% de los CEBA y el 25.3% de los CETPRO tienen menos de 40 estudiantes, lo que dificulta su implementación con una planta de personal docente mínima, tal como se observa en la tabla adjunta. Con más de mil estudiantes se registran solo dos de 2,448 CEBA y 13 de 1,800 CETPRO. Se ha avanzado en la reestructuración del currículo pero la experiencia de otros países recomienda reducir la duración de los estudios y el número de áreas curriculares a cuatro o cinco. La estrategia del dos por uno ha sido una medida positiva introducida en los últimos años, aunque se aplica limitadamente. Pocos centros de educación básica de adultos intentan organizar plataformas informáticas para facilitar los estudios de sus participantes. La barrera difícil de superar es el acceso a la Internet y a un buen servicio de banda ancha.

No todos los problemas son insolubles. Muchas soluciones dependen del liderazgo que muestre el director y su capacidad de buscar alianzas con instituciones que puedan ayudar. Senati y seguramente otros institutos, al igual que muchas empresas y municipios podrían estar prestos a colaborar siempre y cuando los centros de educación de jóvenes y adultos tengan una visión clara de lo que desean como futuro y de los proyectos que les permitirían llevarla a cabo. Es una de las mayores limitaciones que se tiene en un camino que indica claramente que estas formas de educación no pueden quedar solo en manos del Estado. La participación privada es imprescindible.

Fuente: INIDEN